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La droga en el frica Meridional: todo sigue igual

Laurent Laniel *

Revista internacional de ciencias sociales, Narcotrfico: dimensiones econmicas y sociales, N 169, setiembre 2001 (UNESCO)

Resumen

Cuando un frica Meridional ms pacfica se abri al mundo en el decenio de 1990, se convirti en un centro de trnsito y en un mercado de consumo para los flujos internacionales de drogas ilegales, lo cual parece paradjico, ya que el fenmeno de la droga, especialmente en las regiones en desarrollo, se describe a menudo como una consecuencia de circunstancias excepcionales (guerra, inexistencia del imperio de la ley o, a la inversa, hegemona de un rgimen dictatorial u opresivo). Cmo se explica ese auge de las actividades relacionadas con la droga despus de la normalizacin que permiti al frica Meridional unirse a la evolucin mundial normal y que no se produjera cuando era presa del racismo institucionalizado y de la guerra? En el presente artculo se intenta aportar elementos para responder a esta pregunta, sealndose en l que actualmente las actividades relacionadas con la droga constituyen uno de los modos en que se expresan y reproducen en el frica Meridional, y entre sta y el resto del mundo, ordenamientos de fondo, histricos, polticos, sociales y econmicos.

Introduccin

Cuando un frica Meridional[1] ms pacfica se abri al mundo en el decenio de 1990, se convirti en poco tiempo en un centro de trnsito y en un mercado de consumo para los flujos internacionales de drogas ilegales, como la cocana, la herona, el hachs y las drogas de discoteca, principalmente el xtasis y el LSD. La regin tambin empez a exportar la marihuana producida en la zona, aunque aparentemente a pequea escala, dado que los mercados regionales absorben la mayora de la cannabis que se cultiva en ella[2]. Este auge repentino de las actividades relacionadas con la droga podra explicarse en parte por un cambio de orientacin de los organismos policacos nacionales e internacionales, que se mostraron ms dispuestos a saber cul era la situacin de la regin una vez pacificada. Pese a ello, no cabe duda de que el trfico y el consumo de drogas son ahora all ms importantes, pues en 1995, ao sobre el que las estadsticas de frica, que generalmente son fragmentarias, son casi completas, el 50% aproximadamente de la herona incautada en el continente correspondi al frica Meridional. Adems, en la regin se decomis cerca del 9% de la marihuana incautada en todo el mundo y del 48% de la metacualona (denominada en la zona Mandrax(r)). Si bien a mediados del decenio de 1990 las incautaciones de cocana fueron de escasa entidad en frica (desde entonces han aumentado considerablemente), en 1995 el 73% de ellas se realizaron en el frica Meridional[3].

Esta situacin parece paradjica, ya que el fenmeno de la droga, especialmente en los pases en desarrollo, se describe a menudo como una consecuencia de circunstancias excepcionales (por ejemplo, guerra, inexistencia del imperio de la ley o, a la inversa, hegemona de un rgimen dictatorial u opresivo). Ahora bien, el fin del apartheid y de la guerra fra acab con la mayora de las operaciones militares a gran escala y la guerra de guerrillas en el frica Meridional, al tiempo que se levantaba el embargo internacional contra la Repblica Sudafricana. Se normalizaron las relaciones comerciales, diplomticas, culturales y polticas entre el frica Meridional y el mundo, que durante los conflictos haban sido escasas o se mantenan en secreto (infringiendo las resoluciones de las Naciones Unidas). En la propia Sudfrica, que era el motor econmico y poltico de la regin y lo que a fin de cuentas estaba en juego en la mayora de los enfrentamientos regionales, la paz instaur un gobierno elegido democrticamente que ha gozado de un firme apoyo nacional e internacional y de gran legitimidad.

A pesar de ello, la nueva Sudfrica est tan preocupada por el aumento de las actividades ilegales, especialmente las relacionadas con la droga, y la violencia que conllevan, que sus autoridades han pedido asistencia a los Estados Unidos para combatirlas (Estrategia Nacional de Prevencin de la Delincuencia, 1996). Cmo se explica este auge de las actividades relacionadas con la droga despus de la normalizacin que permiti al frica Meridional unirse a la tan anunciada mundializacin, y que no se produjera cuando era presa del racismo institucionalizado y de la guerra?

En el presente artculo se intenta aportar elementos para responder a esta pregunta, sealando en l que actualmente las actividades relacionadas con la droga constituyen uno de los modos en que se expresan y reproducen en el frica Meridional, y entre sta y el resto del mundo, ordenamientos de fondo, histricos, polticos, sociales y econmicos.

El fenmeno de la droga est conformado por una compleja red de actividades sociales, en particular, la produccin, el traslado y el consumo de drogas psicoactivas ilegales, el blanqueo de dinero y la lucha de los organismos estatales contra todo ello. Adems, abarca representaciones o significados colectivos adscritos a las drogas. Las actividades humanas se llevan a cabo en escenarios geogrficos e histricos que configuran los contextos polticos, econmicos, culturales y psicolgicos. En particular, determinan las representaciones y estrategias de los agentes sociales, esto es, los particulares, grupos y organizaciones (por ejemplo, agricultores, cuerpos de polica, bancos y mafias) que se ven envueltos en el fenmeno de la droga, y explican en trminos generales la forma, la naturaleza y los resultados de las actividades relacionadas con ella, comprendidas sus consecuencias en la sociedad[4].

El problema se agrava porque algunas actividades relacionadas con la droga (trfico, blanqueo, etc.) pueden llevarse a cabo en varios entornos con la participacin de distintos agentes sociales de diferentes lugares del mundo dotados de combinaciones variadas de capital poltico, social, cultural y econmico y por motivos diversos. A su vez, el fenmeno de la droga contribuye a formar contextos y agentes por los efectos que produce. Por lo tanto, existe un proceso dinmico de influencia y limitacin mutuas entre los entornos, los agentes y las drogas, de modo que ninguno de ellos puede explicarse con independencia de los dems.

Lo ideal sera que las investigaciones pusieran de manifiesto todos los procesos complejos, ambiguos y superpuestos a que dan lugar los encuentros pluridimensionales de una amplia gama de agentes sociales que actan en el seno de gran nmero de entornos interrelacionados, entre ellos y sobre ellos. Sin embargo, ante la reducida extensin de este artculo y las limitaciones de los datos empricos en que se basa, slo analizaremos brevemente algunos procesos relacionados con el fenmeno de la droga en el frica Meridional[5].

La primera seccin estar consagrada al entorno mundial actual y en ella trataremos de determinar tres factores importantes que contribuyen a explicar el fenmeno de la droga en el frica Meridional. En la segunda seccin examinaremos un aspecto interno fundamental de esa parte del mundo (las diferencias Ҏtnicas), en un intento de aclarar algunos de los procesos y representaciones de la droga que caracterizan a las sociedades del frica Meridional. En la tercera seccin estudiaremos un modo de interaccin significativo dentro del frica Meridional y entre esta regin y el resto del mundo (el trueque) y sostendremos que las drogas se han convertido en monedas internacionales.

El entorno mundial

En el decenio de 1990, el frica Meridional no se abri al mismo mundo que le haba ido cerrando las puertas paulatinamente mediante sanciones internacionales durante las dcadas anteriores. La lgica bipolar de la guerra fra en que estaban enmarcados los conflictos regionales dio paso a la fase actual de mundializacin, en la que los Estados Unidos son la nica superpotencia. Tres rasgos de la aldea mundial revisten una importancia vital para nuestro tema de estudio aunque rara vez se mencionan en las numerosas publicaciones dedicadas a la mundializacin.

a) La prohibicin represiva, inducida e inspirada por los Estados Unidos, pero que goza de gran aceptacin. Se trata de un rgimen de prohibicin general de las drogas que apunta a suprimir totalmente algunas plantas y sustancias (principalmente mediante la represin), en vigor en la mayora de los pases desde 1945 y que culmin con la firma de la Convencin de Viena de las Naciones Unidas en 1988, incorporada paulatinamente a las legislaciones nacionales en todo el mundo. La mayora de los Estados son partes en la Convencin de Viena. La prohibicin represiva es un rasgo destacado del fenmeno de la droga en nuestros das y tiene resultados recurrentes entre los que cabe citar dos que parecen esenciales: en primer lugar, la prohibicin hace que el comercio de algunas drogas sea enormemente rentable (mucho ms que la mayora de las actividades lcitas que se realizan en cualquier lugar del mundo); en segundo lugar, salvo algunas excepciones, la prohibicin general ha hecho que las actividades relacionadas con la droga se lleven a cabo en secreto y generen ms violencia que las lcitas. Los enormes beneficios y la violencia a que ha dado lugar la prohibicin de la droga son probablemente las consecuencias ms graves y directas del fenmeno de la droga en el mundo contemporneo.

b) La convergencia de la hegemona de la denominada ideologa de la economa de mercado y de los resultados negativos de las polticas econmicas neoliberales aplicadas en casi todo el mundo. Ello ha supuesto, entre otras cosas, la privatizacin de activos estatales, una mayor dependencia econmica de los mercados internacionales en detrimento de los planes de produccin nacionales, el desempleo estructural y el subempleo, aunados a una reduccin de las polticas distributivas y los programas sociales. A su vez, estos factores han provocado una distribucin cada vez ms desigual de la riqueza y la renta dentro de los pases y entre ellos, mientras que el beneficio privado se convierte en el objetivo fundamental de la mayora de las actividades humanas. A resultas de lo anterior, se han multiplicado los incentivos para que los sectores ms pobres de las sociedades del mundo recurran a actividades alternativas, informales, de trfico y esquilmadoras para sobrevivir o mejorar su posicin social. Al mismo tiempo, los miembros de la elite se han dedicado a compensar su menor acceso a los recursos pblicos, cada vez ms limitados, invirtiendo en actividades ilegales, como la droga. En el caso de las elites polticas, las ganancias procedentes de actividades delictivas se han utilizado para seguir financiando grandes redes de influencias, que solan alimentarse gracias a la captacin de fondos pblicos, actualmente ms difciles de obtener tras la privatizacin. Mediante el control que ejerce la elite sobre los sistemas judiciales nacionales y/o el apoyo de sus socios extranjeros, hasta la fecha ha prevalecido la impunidad, acompaada de la corrupcin generalizada, el malestar social y el debilitamiento de la autoridad y la legitimidad del Estado. Esta evolucin es especialmente flagrante en frica, aunque no se limita a ese continente (Bayart et al., 1997).

c) La multiplicacin enorme de la produccin de drogas en todo el mundo desde mediados del decenio de 1980, especialmente la de hojas de opio y coca, las materias primas de la herona y la cocana. Segn las estimaciones de las Naciones Unidas, entre 1985 y 1995, la produccin de opio de Afganistn se cuadruplic, pasando de 500 a 2.000 toneladas (PNUFID, 1997, pg. 20). En 1999, se cosecharon cerca de 4.581 toneladas de opio en Afganistn, el principal productor de opio del mundo (OGD, 2000, pg. 52)[6]. Birmania, cuya produccin estimada fue de 1.200 toneladas en 1999 (2.500 toneladas en 1998), es el segundo mayor productor (OGD, 2000, pg. 16). Con una tonelada de opio se producen 100 kilogramos de herona aproximadamente. Afganistn y Birmania son los principales exportadores de herona del mundo. Mientras tanto, entre 1985 y 1995, la produccin de hojas de coca de los pases andinos aument en ms del 100% y se calcula que en 1996 se cosecharon 300.000 toneladas de hojas de coca, con las que se podran producir 1.000 toneladas de cocana (PNUFID, 1997, pg. 18). Estas cantidades enormes de opiceos y cocana, junto con las producciones igualmente abundantes de cannabis, (met)anfetamina, drogas de discoteca, etc., ponen de manifiesto el rotundo fracaso del vigente rgimen de fiscalizacin de drogas, que hasta ahora no ha logrado alcanzar el objetivo para el que fue instaurado. El principal efecto que produce en el mbito mundial es el de generar una presin de la demanda que, combinada con otros factores, provoca un crecimiento rpido y constante de los mercados de consumo de drogas, especialmente en el mundo en desarrollo. Para abastecer esos mercados, ha surgido una infinidad de rutas y mtodos de trfico nuevos, alternativos, que coexisten con los tradicionales, y cantidades cada vez mayores de dinero procedente de la droga buscan lavanderas. Este proceso se ve impulsado por el desarrollo del comercio internacional, los transportes y las transacciones financieras que acarrea la mundializacin (Keh y Farrel, 1997) y por el enraizamiento mucho menos notorio de los intereses de la droga en todo el mundo mediante inversiones en actividades lcitas que facilitan el blanqueo de dinero y proporcionan una fachada de respetabilidad.


Las diferencias Ҏtnicas

Si bien los factores mundiales son importantes para entender el fenmeno contemporneo de la droga, slo son parte de la historia, y la otra radica en los entornos locales que establecen relaciones e interacciones con el mundial. De hecho, las drogas son objetos materiales y terrenales que deben situarse en algn lugar y que, a diferencia del dinero, no pueden adoptar la forma de una seal en la pantalla de un ordenador. Las drogas tambin estn vinculadas a quienes las producen, transportan, consumen y piensan en ellas y a las sociedades de las que stos proceden.

En el caso del frica Meridional, uno de los entornos que ms influyen en el fenmeno de la droga es el concepto complejo, cambiante y relacional de etnicidad: al parecer, las sociedades del frica Meridional se consideran constituidas por distintas comunidades tnicas que viven juntas pero no se mezclan. Estas diferencias tnicas percibidas se deben a una larga historia de migraciones, conquistas en particular, la colonizacin y segregacin oficial (poltica) y extraoficial (socioeconmica), que han configurado representaciones sobre uno mismo y el prjimo. La historia reciente ha dejado una huella especialmente profunda, pues hasta principios del decenio de 1990, algunos gobiernos de la regin utilizaron abiertamente las diferencias tnicas para perpetuar sistemas de distribucin desigual de tierras y otros recursos en beneficio de una comunidad y en detrimento de las dems.

En la Repblica Sudafricana, ese sistema se institucionaliz como apartheid y determin todos y cada uno de los aspectos de la vida de sus habitantes. La segregacin socioeconmica basada en las etnias impuesta por los blancos que controlaban el Estado, se plasm en la poltica a medida que los negros y mestizos privados de representacin se organizaban para combatir el sistema[7]. En Rhodesia, el actual Zimbabwe, frica Sudoccidental, la actual Namibia, y las colonias portuguesas de Angola y Mozambique la situacin era muy parecida[8]. As pues, la frontera entre las diferencias culturales, socioeconmicas y polticas quedaba algo difuminada, en lo que poda considerarse como una versin en la vida real de El choque de civilizaciones, el programa propuesto por Huntington para la planificacin estratgica de los Estados Unidos en el siglo XXI (Huntington, 1993). La lucha regional a propsito de Sudfrica, entre otras cosas, ha consolidado las barreras que dividen a las comunidades, fomentando la desconfianza, el odio y la violencia. La guerra, que se libraba en un contexto en que las comunidades segregadas encontraban a menudo apoyo en las disporas, redes clandestinas y estrategias de supervivencia, ha afianzado en la mente de muchos la idea de que los dems (los miembros de otro grupo tnico, otra organizacin poltica o el Estado) constituyen un obstculo e incluso un enemigo para el propio desarrollo.

Al parecer, el miedo a los dems y la falta de confianza en ellos, junto con la aparicin repentina de drogas importadas, han estructurado nuevas funciones sociales a modo de vctimas propiciatorias. Cuanto menos tiempo haga que una comunidad se ha establecido en una regin, ms probable es que se le achaque el trfico de drogas. La llegada simultnea de las drogas y los inmigrantes han dado lugar a un nuevo tpico, el de la asociacin de drogas especficas a determinadas comunidades, que si bien en algunos casos se basa en hechos, tiende a generalizar la participacin de algunas personas en las actividades relacionadas con la droga a grupos tnicos enteros. Esta situacin influye gravemente en la manera en que las leyes sobre la droga se aplican en el frica Meridional, ya que la manera en que se hace cumplir la ley es una actividad social compleja y, por lo tanto, no es ajena a los entornos en que tiene lugar.

En una entrevista oficial, un polica de Lesotho, pequeo pas sin litoral poblado casi exclusivamente por basothos, lleg a negar, pese a que existan abundantes pruebas que indicaban lo contrario, que sus compatriotas tuviesen algo que ver con el trfico de drogas y a decir que el problema surgi despus de que se abrieran las fronteras a los extranjeros. De este modo, acus a los sudafricanos de fomentar la produccin de cannabis en Lesotho y a los nigerianos de aumentar el consumo de cocana en el pas (aunque todava era limitado) y tambin de las drogas de discoteca (en cuyo trfico era muy poco probable que intervinieran nigerianos). Entre tanto, se consideraba sospechosa a la comunidad india de traficar con Mandrax y a la China de importar anfetaminas. En Swazilandia y Zimbabwe escuch comentarios similares.

En todo el frica Meridional, los nigerianos, o africanos occidentales calificados de nigerianos, se han convertido en los chivos expiatorios favoritos de todos, especialmente de la polica. La mala reputacin internacional de Nigeria como refugio de narcotraficantes ha contribuido en gran medida a crear esta situacin. La siguiente declaracin de un polica ber de la Oficina de Narcticos de Sudfrica (SANAB) resume el sentimiento general: al ser entrevistado durante una redada de drogas bastante violenta que tuvo lugar en los distritos de Hillbrow y Berea (que reciben el sobrenombre de Little Lagos) de Johannesburgo, dijo que Wiese afirma que ms del 80% de los traficantes proceden de Nigeria. Slo pueden ser ellos, quin, si no? Cuando Sudfrica se abri al resto del mundo, los nigerianos empezaron a traer las drogas. (Amupadhi y Commandeur, 1997).

En 1993, se acus a los nigerianos de importar ms del 50% de la cocana decomisada en la Repblica Sudafricana. Cerca de dos tercios de los inmigrantes ilegales que cumplen sentencias de prisin en Sudfrica son nigerianos. A pesar de estos encarcelamientos a gran escala, en el pas se sigue obteniendo fcilmente cocana y crack y aunque hay traficantes nigerianos que importan y distribuyen esas drogas en Sudfrica y otros lugares, no son los nicos. Ahora bien, por tratarse de intrusos neutrales desde el punto de vista poltico y social y carentes de una forma vlida localmente de capital protector, se han convertido en blancos cmodos para la polica, en la que influye la representacin social negativa de los nigerianos que reina actualmente en las sociedades del frica Meridional.

Las personas de origen indio y chino constituyen el segundo grupo de vctimas propiciatorias de la regin, especialmente entre los policas pertenecientes a etnias africanas. Hay comunidades india y china presentes en toda el frica Meridional y se dedican principalmente al comercio y los negocios, cosa que generalmente molesta a los africanos. En cambio, en Mauricio, donde la mayora de los polticos y funcionarios pblicos son de origen indio, la mayora de los detenidos por consumo y trfico de drogas de poca importancia son criollos (es decir, negros), que viven en la pobreza.

Como la polica suele actuar contra comunidades enteras porque se sabe o sospecha que algunos de sus miembros estn implicados en asuntos de drogas, los traficantes de comunidades que no son sospechosas tienen ms libertad para actuar. Debido a la relativa impunidad de que gozan los traficantes de algunos orgenes tnicos, los miembros de las comunidades escogidas como blanco y/o ms necesitadas econmicamente tienen a la polica por una fuerza opresiva y son reacios a colaborar con ella. Para muchos de ellos, la delincuencia constituye incluso un modo de compensar las diferencias en materia de riqueza, que se consideran fruto del rgimen de apartheid. Un contrabandista de diamantes ovambo que anteriormente luch contra ese rgimen dijo al redactor del presente artculo que robar a grandes empresas diamantferas no le planteaba ningn problema moral (sus propietarios son blancos ricos que arrebataron la tierra a mis antepasados y [prosperaron] gracias al apartheid, mientras que yo tengo una familia que alimentar). En Sudfrica, quienes no son blancos denominan con frecuencia a quienes ejercieron el poder poltico durante el apartheid y actualmente conservan un gran poder econmico y administrativo Mafia ber, para expresar la idea de que estn unidos por lazos de etnia y delincuencia. La mayora de los funcionarios de la SANAB, donde se afirma que la corrupcin alcanza niveles elevados, son afrikaners.

En el frica Meridional, el fenmeno de la droga parece estar influido por un principio adaptado de las famosas palabras de Sartre la drogue, cest les autres (la droga, son los dems). El desarrollo inesperado del narcotrfico se considera, con razn, consecuencia directa de la apertura reciente de las sociedades de la regin a la influencia exterior manifiesta. Ahora bien, junto con las drogas, las sociedades del frica Meridional tambin han importado y asimilado con rapidez la idea de que la droga constituye un mal absoluto, representacin que han plasmado, por as decirlo, en su propia gramtica social, en la que las diferencias tnicas ocupan un lugar preponderante. Es como si dos smbolos distintos del mal, uno relativamente nuevo (la droga, que parece ser ms exgena) y otro ms antiguo y arraigado en la regin (las dems minoras tnicas amenazadoras) estuviesen siendo procesados en una representacin sincrtica del mal.

Por consiguiente, hasta cierto punto la represin de las actividades relacionadas con la droga est reproduciendo actualmente algunos de los rasgos del apartheid y, si se confirmase esa tendencia, las drogas podran convertirse en breve en un sustituto de la discriminacin tnica (una forma de perpetuar los prejuicios ahora que el racismo manifiesto es polticamente incorrecto). Esta situacin, especialmente en Sudfrica, recuerda la de los Estados Unidos, donde la inmensa mayora de los encarcelados por delitos relacionados con la droga proceden de las comunidades negra y latina, las ms pobres del pas.

Trueque: la droga como moneda

Uno de los elementos caractersticos del trfico de drogas en el frica Meridional es el trueque, un mtodo antiqusimo para realizar operaciones comerciales. De hecho, parece que gran parte del trfico de drogas que tiene lugar en la regin adopta la forma de un intercambio de bienes o servicios locales por drogas. En una regin en la que abundan el comercio ilcito y las tendencias inflacionistas, pero escasea el dinero en efectivo, donde la nica moneda nacional convertible es el rand sudafricano, sustancias como la marihuana, el Mandrax, la herona y la cocana pueden servir a veces de medio de pago de otros bienes legales o ilegales. Al igual que ocurre, por ejemplo, en la zona amaznica de Brasil (Geffray, 1996), el trueque parece ser un factor macroeconmico importante que explica la difusin de la droga en el frica Meridional.

Parece que las drogas ilegales han pasado a formar parte de la gama de productos comercializados por al menos algunas de las redes que gestionan flujos de gran valor (de bienes legales o ilegales) dentro y fuera del frica Meridional. Las drogas podran desempear perfectamente la funcin de divisa fuerte, ya que son bastante baratas de producir, alcanzan un elevado precio de venta, no estn sometidas a la inflacin (la prohibicin mantiene unos precios mnimos y regula la superproduccin), son muy fciles de transportar por su reducido volumen y pueden venderse, a cambio de dinero en metlico u otros bienes, en un mercado de consumo regional cada vez mayor o utilizarse en otras operaciones regionales o internacionales. Las drogas son productos flexibles de gran valor aadido que se pueden obtener y vender fcilmente en el mercado mundial si se dispone de los contactos adecuados. Mediante acuerdos de trueque, los traficantes no slo venden sus drogas sino que adems blanquean dinero. Las drogas ofrecen ventajas comparativas siempre que los agentes econmicos puedan burlar o evitar la represin policial. Todo lo anterior indica que, para su impunidad, el narcotrfico depende en gran medida del capital protector de quienes lo llevan a cabo.

La droga se ha convertido en parte integrante de una dinmica regional que comprende armas y bienes robados, especialmente automviles y ganado. Las drogas se generalizaron en la regin en estrecha relacin con actividades esquilmadoras ilegales muy localizadas, cuya realizacin exige a menudo el uso de armas.

As pues, una prctica que apareci por primera vez a finales del decenio de 1980 se ha ido imponiendo desde mediados de los aos 90: el trueque de vehculos o ganado robados por drogas

o armas. Como explica Ellis a propsito de Sudfrica: En la regin, las milicias armadas y las bandas de delincuentes intentan controlar una parte del territorio para sacar provecho de l. Algunas de ellas [...] forjan alianzas con partidos o polticos y con hombres de negocios que saben cmo importar lo que ms necesitan (armas y municiones) y compran lo que ellas tienen para exportar, especialmente marihuana y automviles robados (Bayart et al., 1997, pg. 97).

El ganado, un elemento esencial de la cultura basotho, se puede robar en Sudfrica y cambiar en Lesotho por matekoane, marihuana producida en el pas. A la inversa, las vacas robadas en Lesotho se venden a cambio de dagga (cannabis en afrikaans) producido en Sudfrica. En toda la regin las drogas y los diamantes pueden trocarse por casi todo, especialmente otros bienes robados, como cargamentos de cerveza, magnetoscopios y equipos estreo.

En una regin rural productora de cannabis del sur de Zambia, fuentes locales afirmaron que se empez a producir cannabis a gran escala para venderlo en mercados urbanos cuando gente de las ciudades lleg a la zona a fin de cambiar marihuana producida en la regin por productos bsicos, como radios, ropa, bicicletas, etc., que los agricultores necesitaban y no podan encontrar en las tiendas o eran demasiado caros para ellos.

Si bien las ganancias resultantes de las operaciones de trueque de cannabis pueden ser considerables ocasionalmente, parece que en la mayora de los casos no lo son, puesto que en ellas participan pequeas redes formadas por gentes de la regin que no tienen acceso al mundo exterior y raras veces tienen relaciones con bancos. No obstante, existe una variante de trueque que emplea mtodos similares y permite blanquear cantidades mucho mayores de dinero procedente de la droga mediante su introduccin en el sistema bancario internacional. En este caso, con el dinero de la droga se adquieren bienes de elevado valor aadido que, a su vez, se convierten en moneda. Durante mucho tiempo, esos bienes (oro, diamantes, metales no ferrosos y a veces cultivos comerciales, como caf y t) han sido objeto de operaciones de gran valor aadido y sus redes, que funcionan a la perfeccin, suelen estar protegidas por intereses estatales, personajes influyentes e intereses sitos en otros continentes, como Europa y Amrica. Por dar un ejemplo, varios pases africanos exportan diamantes aunque no los producen. En otros, existen diferencias entre el nmero de quilates que afirman exportar y los que se registran realmente como importados en el mercado de diamantes de Amberes. La comunidad internacional parece aceptar esta situacin como algo normal. Ahora bien, en el frica Meridional, los traficantes de drogas compran diamantes en el mercado negro y luego los venden a comerciantes autorizados que generalmente adquieren piedras de productores y mineros autnomos. Ambas prcticas recurren al trueque, aunque a niveles totalmente distintos, y presentan una infinidad de variantes en las que un bien de elevado valor aadido desempea el papel de moneda cada vez que forma parte de una red o una empresa que disfruta de una proteccin relativamente satisfactoria de los rganos de polica y judiciales.

La cannabis producida en la regin se utiliza principalmente para intercambios intrarregionales y operaciones de blanqueo de dinero de poca envergadura, y, en cambio, la cocana, la herona y el Mandrax se emplean cada vez ms en sistemas de blanqueo de dinero a gran escala o como medio de pago de productos del frica Meridional, por ejemplo, oro, diamantes, marfil, cuernos de rinoceronte e incluso tabaco y t. El mapa de las actividades de trfico que el OGD ha trazado a partir de informaciones obtenidas sobre el terreno muestra claramente que las redes de narcotrfico han seguido los pasos de canales anteriores.

El mundo de la droga en el frica Meridional se puede dividir en tres grandes zonas de influencia de trueque de drogas por productos regionales: la costa oriental, que se caracteriza por el predominio de los acuerdos de trueque de Mandrax o herona por oro (Mauricio, Mozambique y Tanzania); la costa occidental, que es la zona en que se intercambia cocana por diamantes (Angola, Botswana, Namibia y Zimbabwe); y los pases mixtos (Lesotho, Malawi, Sudfrica, Swazilandia y Zambia) que, debido a varios factores, como su situacin geogrfica, los recursos con que cuentan, la infraestructura que poseen y la posibilidad de que sus redes de trfico tengan acceso a drogas asiticas y atlnticas, exportan oro y diamantes a cambio de cocana y herona y/o Mandrax.

En la costa oriental del frica Meridional, los contactos del trfico de herona parecen fusionarse con las redes de contrabando de oro y metacualona que unen a frica con el Asia Sudoriental a travs de la Pennsula Arbiga. Actualmente, desde Zanzbar hasta Durban, estn sacando partido del frica de los establecimientos comerciales y los puertos del Ocano ndico los traficantes de drogas, que recurren a los servicios existentes en el frica Meridional y aprovechan su puertos francos, desde los que se han exportado productos de la regin costera oriental y su interior desde que los rabes abrieron establecimientos comerciales en las islas de Zanzbar y Pemba (que en la actualidad forman parte de Tanzania) alrededor del siglo XII. A raz de ello, en nuestros das Tanzania, Mozambique, Mauricio y, al parecer en menor medida, Sudfrica son pases de trnsito del hachs y la herona procedentes del subcontinente indio. Al mismo tiempo, en los tres primeros pases la herona se ha convertido en la droga ms consumida ilcitamente, dado que su precio de venta al por menor es bajsimo, comparable al aplicado en el Pakistn y la India.

En cambio, las actividades de trfico de cocana parecen estar ms vinculadas a las rutas, redes y estructuras de trfico que tienen su origen en Amrica (en particular, el Brasil) y Europa. As pues, Angola, Namibia y Sudfrica participan al parecer en el trfico internacional de cocana del mismo modo que en el de diamantes, armas, cuernos de rinoceronte y marfil y, en consecuencia, los precios de la cocana al por mayor y al detalle son muy inferiores a los de la costa oriental y se asemejan a los que estn en vigor en algunos pases del frica Occidental como Ghana, Nigeria y Senegal.

Conclusiones

Habida cuenta de los elementos examinados, la irrupcin repentina del fenmeno de la droga en el frica Meridional no es tan paradjica como podra parecer a primera vista. Las drogas se integran con gran facilidad en algunas de las representaciones y los canales comerciales preexistentes que configuran las sociedades del frica Meridional. En este artculo se indica que las drogas contribuyen ms a perpetuar que a perturbar las estructuraciones sociales y econmicas importantes existentes dentro la regin y entre sta y el resto del mundo. No obstante, debido a las limitaciones de los datos empricos, habr de tenerse en cuenta que esta conclusin es muy provisional y deber confirmarse mediante ms investigaciones.

Tal vez la nica conclusin general que cabe extraer de este estudio es que gran parte del debate sobre la droga como amenaza mundial pasa por alto la cuestin esencial, aunque sencilla, de que, pese a la mundializacin, las sociedades no son idnticas en todo el mundo. El fenmeno de la droga es un magnfico ejemplo de la tensin entre lo planetario y lo local que caracteriza la fase actual de la mundializacin. Sera ms adecuado calificarlo de fenmeno glocal (ya que su reproduccin en el mbito mundial depende en cada momento de entornos locales sumamente idiosincrsicos y muy histricos). En cambio, su alcance mundial produce consecuencias diferenciadas desde el punto de vista geogrfico y social. Entre otras cosas, estos entornos locales histricos y las maneras en que establecen una interaccin con los entornos mundiales parecen explicar la formacin y la distribucin del capital protector que proporciona la impunidad necesaria para realizar la mayora de la actividades relacionadas con la droga.

Adems, es posible que la glocalidad actual de las drogas se deba en gran parte a la prohibicin represiva. De hecho, aunque en nuestros das la prohibicin de las drogas se pueda considerar realmente mundial, dado que en la legislacin de la inmensa mayora de los Estados se da un mismo modelo de prohibicin, en la prctica no se aplica del mismo modo en todas partes.

Traducido del ingls


Notas

Referencias

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BAYART, J.F.; HIBOU, B., y ELLIS, S., 1997. La criminalisation de lՃtat en Afrique. Pars: Complexe.

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ZINBERG, N., 1984. Drug, Set, and Setting: The Basis for Controlled Intoxicant Use. New Haven: Yale University Press.



* El autor desea dar las gracias a Paul Gootenberg por sus tiles comentarios sobre un borrador anterior.

[1] Los trminos frica Meridional o la regin designan a los siguientes 12 pases, que a mediados de 1997 eran miembros de la Comunidad para el Desarrollo del frica Meridional (SADC): Angola, Botswana, Lesotho, Malawi, Mauricio, Mozambique, Namibia, Sudfrica, Swazilandia, Tanzania, Zambia y Zimbabwe.

[2] Tambin pasan por la regin cargamentos de muchas toneladas de hachs procedente de Asia y de marihuana de Amrica Latina.

[3] Estas cifras proceden de varios informes de INTERPOL y la Organizacin Mundial de Aduanas.

[4] A este respecto, vanse los conceptos de ambiente y entorno elaborados por el psiquiatra estadounidense Zinberg (1984). La obra de Gootenberg (1999) puede considerarse una aplicacin reciente del concepto de Zinberg a una historia de los aspectos sociales de la cocana.

[5] La mayora de los datos empricos de este artculo proceden de un estudio titulado The Drug Situation in Southern Africa, elaborado por el Observatorio Geopoltico de Drogas (OGD), una organizacin no gubernamental sin fines de lucro con sede en Pars, para la Comisin Europea. Su autor fue uno de los cuatro especialistas que llev a cabo una investigacin sobre el terreno durante 45 das en el verano de 1997. Aunque se trata de un periodo demasiado breve para registrar y analizar minuciosamente el hermtico fenmeno de la droga en una regin tan extensa, el estudio del OGD fue el primero y el ltimo, hasta la fecha, de ese tipo realizado en el frica Meridional. En marzo de 2000, el OGD quebr y ces sus actividades.

[6] El OGD se refiere a un informe del PNUFID titulado Afghanistan, Annual Opium Poppy Survey 1999.

[7] Estas amplias categoras tnicas estn constituidas a su vez por distintos grupos culturales (afrikaners, portugueses y britnicos; xhosas, sothos y zules; indios y malayos, etc.), estratificados de acuerdo con criterios socioeconmicos.

[8] Mauricio tambin puede incluirse entre esos pases, aunque el problema no se plantea en este pas con la misma intensidad.

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