PRONUNCIAMIENTO INSTITUCIONAL

CAMPAÑA COCA SOBERANIA

UNA LUCHA DE LA SOCIEDAD CIVIL POR LADESPENALIZACIÓN DE LA HOJA DE COCA

La campaña Coca y Soberanía nace en los conflicto de junio del año 2001, cuando miles de cocaleros se levantan contra la invasión militar y policial de la región de los Yungas (La Paz), enarbolando su derecho a cultivar coca y ampliar su mercado legal, que a la sazón traspasaba las fronteras nacionales. En este contexto, surge el liderazgo de Dionicio Núñez, que a la cabeza de la organización sindical de las 6 federaciones de los Yungas (COFECAY), logra algunas victorias en su negociación con el Gobierno, aunque no consigue modificar la Ley 1008, su principal exigencia. Para las elecciones del 2002, y en gran medida por la legitimidad que le dio la movilización yungueña del 2001, Núñez es elegido como diputado uninominal por el MAS.

Desde la Secretaría del Comité de Lucha Contra el Narcotráfico de la Cámara de Diputados, organiza el Primer Festival de la Coca y los Derechos Humanos, en la localidad de La Asunta, en junio del 2003. A partir de entonces, la iniciativa se amplía a otras organizaciones y personas que ya trabajaron anteriormente en el tema de la coca: Silvia Rivera, docente de la UMSA, la Comunidad THOA, el Colectivo Mama Huaco, Voluntarios del IDIS- Instituto de Investigaciones Sociológicas de la UMSA, escritores, intelectuales y artistas independientes y un sin número de sectores que optan por nuevas alternativas políticas y propuestas ideológicas. El año 2004, estos sectores convergen en la Primera Feria Intercultural del Akhulliku, realizada en El Alto, del 15 al 22 de octubre. La Campaña se articula en torno a la Feria, también incluye un Seminario Internacional sobre Despenalización de la Hoja de Coca, un encuentro del Consejo Andino de Productores de Hoja de Coca (Perú, Bolivia, Colombia), un pronunciamiento de los Consumidores y un Concierto de Rock y Folklore.

La Campaña Coca y Soberanía es independiente de cualquier acción política u organización partidaria particular. Pretende armar un frente común de sectores de base, que generen una demanda efectiva hacia el Congreso Nacional y los partidos políticos, exigiendo una política soberana en torno a la hoja de coca, enmarcada en la defensa del derecho de los productores cocaleros, la dignificación y valoración de la hoja de coca en todas sus dimensiones.

Las premisas que unen a este movimiento son las siguientes:

1. La coca es el sustento cultural y económico de un amplio mundo de productores y consumidores de la hoja bajo las formas más diversas: como akhulliku, mambeo, coqueo o pijcheo, como insumo ritual clave, sin el cual sería imposible el contacto con el mundo sobrenatural, y como ayuda diagnóstica en una variedad de situaciones (desde el diagnóstico de enfermedades a través de la “lectura en coca”, hasta su uso en el “cateo” de vetas en las minas).

2. La coca no es cocaína. Tiene una proporción de 1 a 300 unidades de peso de cocaína, a cuya dosis y por su modo de ingestión (a través de las mucosas del estómago y la boca) no provoca daño alguno al organismo. Su presencia en la planta se da en combinación con otros 13 alcaloides.

3. El efecto tónico de los alcaloides de la hoja de coca se combina con un efecto nutritivo notable (calcio, hierro, fósforo, etc.), como lo han demostrado estudios en varios países andinos, y lo comprueban en la práctica todos quienes consumen las harinas, panes, jarabes y bebidas hechas a base de hoja de coca.

4. Este efecto tónico está presente también en muchos remedios legales, disponibles en farmacia, que contienen por lo general derivados sintéticos de la cocaína (procaína, novocaína, etc.), y por cierto está presente en la bebida Coca Cola, en combinación con otro alcaloide, la cafeína. Tanto las grandes compañías farmacéuticas, como la Coca Cola, aportan millones de dólares al año en campañas de encubrimiento, en donaciones a la DEA y en propaganda disuasiva y de desinformación sobre las verdaderas dimensiones, significados culturales, sociales y económicos de la producción cocalera y del mundo del consumo de la hoja de coca.

5. Bajo la cobertura de la “Guerra contra las Drogas”, la hoja de coca ha sido penalizada y colocada en

Lista 1 de Sustancias Controladas de las NNUU. La JIFE hace cumplir esta penalización a través de políticas incoherentes y absurdas, que derivan en el control, hostigamiento y estigmatización a la hoja y a quienes la “coquean” Es decir, a unos 3 millones de personas en Bolivia, 4 millones en el Perú, medio millón en la Argentina, y un número algo menor en Colombia y Brasil.

6. En 25 años de Lucha Antidrogas no se ha reducido en absoluto el daño que causa su tráfico hacia los países del Norte, principales generadores de la demanda de drogas (no sólo de cocaína), cuyo consumo aumenta notablemente. Si en algo se ha detenido el boom de la cocaína de los años 80, esto se debe a la aparición de nuevas drogas, de fabricación doméstica en Estados Unidos y Europa, donde es cada vez mayor el consumo de metanfetaminas, éxtasis y otras “drogas de diseño”. Es falsa la hipótesis de que, reduciendo la producción de coca, se aliviará en algo el problema de consumo de drogas en las sociedades desarrolladas, o incluso en las propias sociedades productoras.

7. Los proponentes de la Campaña Coca y Soberanía esperamos aglutinar y convocar a productores, comercializadores, industrializadores y consumidores de hoja de coca de los países de América del Sur, articulando un gran movimiento que apele a la sensatez, a la dignidad y a la racionalidad de los gobiernos, organismos internacionales, buscando una salida eficaz y soberana a la problemática de la Hoja de Coca, a través de un Régimen Económico de la Hoja de Coca y una política de mercado, tributación y precios que permita derrotar al circuito ilegal sin vulnerar los derechos humanos, sociales y culturales de las poblaciones de nuestros países.

8. Consideramos que la mejor forma de acabar con la producción y tráfico ilegal de cocaína en nuestra región, es quitándole a la economía ilegal su materia prima más valiosa: la hoja de coca. Promoviendo su industrialización, su consumo medicinal, cultural y alimentario y su uso como símbolo de resistencia y soberanía política. Se debe separar a la Hoja de Coca de la legislación antidrogas y generar una reglamentación especial sobre su uso económico, la Campaña Coca y Soberanía se declara enemiga intransigente del narcotráfico y exige la aplicación de severas penas contra las mafias organizadas, contra el lavado de dólares, y a la fabricación e internación ilegal de precursores químicos.

9. La campaña Coca y Soberanía tiene como meta concienciar a la opinión pública nacional e internacional, para hacer un frente común para sacar a la Hoja de Coca de la Lista 1 de Sustancias Controladas de las Naciones Unidas, donde figura la heroína y otras sustancias tóxicas de escaso valor medicinal. Sacar la hoja de coca de este injusto secuestro internacional, equivale a defender el derecho ha devolver a la hoja de coca al control de los estados soberanos, a través de mercados regulados despenalizados. La base dinamizadora de estos mercados deberán ser los productores cocaleros y los consumidores e industrializadores locales, no las grandes compañías transnacionales productoras de alimentos, estimulantes y medicinas.

10. La declaratoria de la Hoja de Coca como patrimonio cultural inalienable de los pueblos indígenas de

 América, tiene por objeto evitar que sus usos sean patentados por compañías inescrupulosas y por mafias disfrazadas de negocios legales. Tiene como fin devolver a los pueblos indígenas de América la propiedad intelectual colectiva sobre este recurso de inmenso valor y significado cultural y económico.

COLECTIVO COCA Y SOBERANIA

BOLIVIA